Durante un verano de 2010, en Tanzania, Herman Ponzer tuvo la oportunidad de convivir con los Hadza, uno de los últimos pueblos de cazadores recolectores de África. Allí, este investigador de la Universidad de la Ciudad de Nueva York estudió el gasto energético de estas personas que caminan durante kilómetros a diario y emplean su cuerpo en todo tipo de trabajos cotidianos. Ponzer pidió a un grupo de 30 hombres y mujeres Hadza que bebiesen una pequeña cantidad de agua con isótopos pesados de hidrógeno y oxígeno. Con estos átomos trucados vigilados durante dos semanas en las muestras de orina de los voluntarios fue posible calcular su gasto de energía.
http://elpais.com/m/elpais/2016/01/27/ciencia/1453915252_913659.html
Anuncios